martes, 20 de mayo de 2008

ÍTACA ESTÁ EN CADA UNO DE NOSOTROS.



Perdón por haber existido
Por José Ortega López

Es difícil encontrar el tono de una despedida, cuando uno dice adiós a un proyecto en el que te has dejado la bolsa, la propia y parte de la ajena y la vida. Hay ratos que te sientes poseído por una cólera que ¿cómo no?, crees de los justos y como un Quijote patético quieres arremeter contra los gigantes que has visto tantas veces disfrazarse de molinos. No hay nada que le guste tanto a los gigantes como vestirse de molinos. Decir la verdad, toda la verdad es imposible, no estamos tan locos: nadie nos creería: es demasiado perturbadora. Decía un clásico si quieres hablar del correo, cuenta la historia de una carta. Ítaca ha sido una carta de amor que no ha encontrado destinatario, pero a cambio ha ido desvelando algo del juego...

¿Qué más decir? Que hemos amado con pasíón el teatro, que a pesar de todo hemos sido felices intentádolo, que no hemos querido caer en el conveniente cinismo, que animamos a cuantos siguen intentándolo con ilusión y coraje... Que nos llamamos María José Sarrate, Giovanni Holguín, Pepe Ortega..

Gracias, a los críticos que se han dignado a venir, al publico, niños y adultos, a la buena gente, que todavía hace respirable el mundo. Silencio. Se traspasa.


Ésta era la despedida de José Ortega, director de La Sala Ítaca. Éste era el último acto de amor de un Quijote más, que hizo del teatro una forma de vida digna e ilusionante. Ésta era su disculpa por habernos regalado buen teatro, por haber intentado entregarnos la ansiada "Ítaca" en cada propuesta, proyecto y aventura teatral...
Constituye siempre un fracaso colectivo el cierre de un teatro, la muerte digna y honrosa de un sueño... pero no fracasan aquellos que lo intentaron, ellos son siempre héroes; no fracasan los benditos ilusos que se enamoraron de un sueño; no fracasa aquel que creyó en la utopia... el fracaso es de una sociedad que se empeña en menospreciar el arte, la cultura, la sensibilidad, la palabra... una sociedad que se empeña en no ver más allá de lo que un sistema embebido en la droga letal de la publicidad le muestra... el fracaso es de quien no supo cuidar el sueño, no de quien osó soñar...
Llegaremos a Ítaca algún día... el día en el que valoremos el camino, el día en el que valoremos nuestros pasos, el día en el que sepamos que la vida no es más que un sueño, el día en el que nos atrevamos a soñar y aprendamos que el sentido de nuestra existencia no es más que hacer realidad ese sueño.
Tal vez quienes debamos pedir perdón seamos nosotros, no hemos compartido un sueño, no hemos sabido ver que Ítaca vive a nuestro lado, en nuestros ojos... Ítaca se ha sentido herida y ha emitido un grito... recuperémosla, no permitamos que se vaya definitivamente... pues con ella nos vamos todos...

1 comentario:

Agatha dijo...

Gracias por este blog!

Saludos