domingo, 22 de junio de 2008

22 DE JUNIO DE 1969.

Hacía tan sólo doce días que había cumplido 47 años. La infelicidad vivía en ella, en forma de complejos de inferioridad, de inseguridades y de, quizá, falta de afecto. Pronto supo que el precio que habría de pagar por ser quien comenzó a ser tras calzarse los legendarios zapatitos de rubíes sería muy alto, tan alto como su propia vida. El Benzedrine y el Phenobarbital eran compañeros inseparables. Uno como anoréxico y otro como infalible camino hacia el sueño... los dos se complementaban y anulaban respectivamente... mientras uno le quitaba el apetito y la estimulaba, el otro la sedaba... drogas, no hay más palabras... drogas que la convirtieron en una triste marioneta, que acabaron con su físico, con su voz... con su vida... pero que nunca lograron extinguir magia que irradiaba... Ser artista, siempre lo digo, es algo que vive en cada uno de nosotros, que nos supera, que va por delante... ella aún sigue yendo por delante... ella aún sigue cobijada y mirándonos desde ese lugar, más allá del arco iris... si bien, nos dejó, por sobredosis, en un hotel londinense, el 22 de junio de 1969.

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