jueves, 19 de julio de 2012

... Y sobre mi lengua se desviste un ruiseñor...



... Cuando llegues -si tienes que llegar- entra sin hacer ruido. Usa tu propia llave. Di buenas tardes, di buenas noches, y entra. Como quien ha salido a un recado, y regresa, y ve la casa como estaba, y lo aprueba, y se sienta en el sillón más cómodo con un lento suspiro. Abre cuando llegues, si quieres, la ventana a los sonidos cómplices de fuera, y a la luz, a la favorable intemperie de la vida. El tiempo en que no te tuve dejará de existir cuando tú llegues. Todo será sencillo. Como una rosa recién cortada, se instalará el milagro entre nosotros. No habrá nada que no quepa en mis manos cuando llegues. Tornasoladas nubes coronarán el lecho de la alcoba. ¿Dónde están mis heridas? me diré...
... Pero escúchame bien: Llega para quedarte, cuando llegues...
(Antonio Gala)
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... Hay personas generosas que podrían echarnos en cara situaciones que quizá nuestra torpeza convirtió en momentos desagradables y dignos del olvido más acentuado. Hay personas generosas que no nos echan nada en cara, que no actúan como lo hicimos nosotros, y se vuelven cómplices, y nos aconsejan, y nos asesoran, y están a nuestro lado sin decirnos "estás loca"... Y nosotros que tenemos buena memoria, recapacitamos y reconocemos una generosidad, que por otra parte, no tuvimos con ellas cuando años atrás vivieron nuestra misma situación y con una firmeza pretenciosa y a veces despectiva pensamos "A mí eso no me pasa"...
... Cada día lo pienso... Y cada día me callo... Quizá debiera de habérselo dicho hace mucho tiempo...

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