martes, 2 de septiembre de 2008

MENTIR SIN INTELIGENCIA...

Todo el mundo ha calzado alguna vez más de una mentira, sin embargo a la inmensa mayoría este zapato le viene grande o nos viene grande...

¿por qué?

En primer lugar porque para mentir es necesaria mucha inteligencia. Se suele decir que las mentiras tienen las patitas muy cortas, no es cierto. Lo corto, escaso, ralo y pobre es la inteligencia de quien pone en camino esa mentira.

En segundo lugar porque al mentir, todos absolutamente todos, ponemos en entredicho la astucia ajena. Creemos que jamás se enterará de nuestra treta la paciente víctima a la que va destinada esa "trola".

En tercer lugar porque muchas veces enarbolamos la bandera de la mentira sin necesidad... podéis pensar que nunca es necesaria la mentira... no es del todo cierto... existen las mentiras piadosas... o circunstancias extremas que nos obligan a mentir... pero hay veces que por tonterías, por no quedar mal, por no sé qué razones extrañas lanzamos al aire una mentira y cuando ese engaño es sacado de su armario particular el destinatario se queda a cuadros... sin respuesta ante un comportamiento tan infantil y absurdo...

Hay que ser muy inteligente para mentir y lo más curioso es que el mentiroso/a no lo suele ser... Además de actuar con una absoluta e ignorante prepotencia...

Mentiras como aquella en la que alguien te dice "a ver si nos vemos... aunque sólo puedo el domingo..." y días después te encuentras con esa persona un miércoles, un martes, un viernes... o no te encuentras con esa persona pero alguien muy allegado te dice que tal o cual día (distintos del domingo) salió a un sitio, a otro sitio... hay que ser un poco cuidadoso con lo que se dice y las excusas que se ponen... las víctimas no somos tontas...

Mentiras como la de aquél compañero que dice, de forma gratuita, que cobra lo mismo que "una servidora", lo reitera incluso. Meses, algún año quizá, me pide que ya que voy a cobrar mi cheque le cobre el suyo... el jefe (no muy cuidadoso, las cosas como son) me los da juntos, ambos, con lo que de forma inevitable veo el suyo... ¿cobraba igual que yo? Cobraba el doble... Hay que tener buena memoria para mentir...

Mentiras como la de aquél compañero (siempre el mismo) que me dice que no ha ido a comer a un restaurante (productor de un programa de radio) algún oyente (cotilla) me dice que lo vio. Se lo digo, insisto incluso... y él "erre que erre" con el categórico "no he ido" acompañado de una mirada asombrada, extraña y llena de falsa y hueca inocencia. Hablo con el dueño del restaurante... y me confirma la mentira. Sí fue... ¿qué razón hay en decirme que no ha ido? No hay razón alguna...

La verdad no es triste, ya lo dice Serrat, no tiene remedio que es distinto... aunque sin lugar a dudas, cuando tememos herir a alguien con una verdad posiblemente áspera y cruda... hemos de pensar (si sabemos hacerlo) que tarde o temprano la persona a la que mentimos hará cálculos, hará cábalas y por qué no, sabrá que se le ha mentido...

Mentir es una obra propia de prepotentes, ignorantes, ufanos y soberbios (en el más estricto sentido de la palabra) porque al hacerlo despreciamos al otro y lo hacemos, al sobreentender que nunca será descubierto el rostro de la mentira... Pero vuelvo a insistir, hay razones y razones, circunstancias y circunstancias y cada cual conoce las suyas... pero mentir de forma gratuita... nunca podré comprenderlo... y duele... no saben cuánto duele... pero a veces incluso duele más por el menosprecio que se llega a sentir, cuando tras descubrir la verdad, no nos queda más remedio que confirmar que aquel que mintió además de ignorante es un auténtico imbécil.

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