jueves, 26 de febrero de 2009

CON LA SOGA AL CUELLO.

... Hacía algunos días, algunos meses, que no disfrutaba tanto con una entrevista... charla... conversación...

Hoy he hablado con Flavia Company de su último libro Con la soga al cuello... Un libro de diecinueve cuentos... Un libro en el que la vida queda impresa en cada página... Un libro de diecinueve héroes que caminan a través del tiempo sorteando nudos de dolor, de desesperanza y de sufriente humanidad... Un libro de diecinueve desesperanzas que sin embargo luchan por convertirse en esa enfermedad mortal de la que nunca se acaba de morir que es su contrario, la esperanza... Un libro en el que cada lector podrá descubrirse, en el que cada lector deberá despertarse para no convertirse en la protagonista del relato llamado "El Jardín", una mujer que tras conseguir aquello con lo que siempre soñó, un buen día opta por destruirlo al no hallar una ilusión por la que seguir sonriendo cada mañana... para no convertirse en el hijo que duerme su condena en una cama vieja y desvencijada junto a su padre... para no convertirnos en seres pasivos, desesperanzados, quietos y dormidos... mientras la vida nos sueña en blanco y negro...

Este libro nos invita a entrar en su universo de la mano de un cuento maravilloso escrito por Adolfo Bioy Casares, llamado Una vida.

Dice así:

La cocinera dijo que no se casó porque no tuvo tiempo. Cuando era joven trabajaba con una familia que le permitía salir dos horas cada quince días. Esas dos horas las empleaba en ir en el tranvía 38, hasta la casa de unos parientes, a ver si habían llegado cartas de España, y volver en el tranvía 38.

¿No os invade una sensación de angustia... de impotencia... de desesperanza..?
A un tiempo me invade la imperiosa necesidad de salir de mi rutina, de mi conformismo, de mi sumisión... A un tiempo me invade la imperiosa necesidad de vivir... a pesar de la fugacidad de las horas, de los minutos, de la misma vida...
A un tiempo imagino ante mis ojos el rostro de la vida, burlón y sonriente...
A un tiempo, escucho su voz que me dice que no piense tanto... que viva... que cada existencia tiene un rostro y su rostro es mío y puedo maquillarlo a mi antojo... pues todavía estoy a tiempo...

1 comentario:

Flavia Company dijo...

Gracias, Sofía. El goce fue mutuo, recíproco, un verdadero placer.