Siempre me habían
dicho que en la piscina se liga bastante, mucho, poco… depende… Será que pocas,
muy pocas veces había ido sola, pero este año que, por desgracia, no tengo
muchos “quehaceres” estoy yendo mucho a la piscina y muchas veces sola… Un día
de estos, se me acercó un “señor”. Me dice: “Rubia, ¿está fría el agua?”…
Pienso: “vaya…”…
Salgo, me voy a mi sitio… Y cuando pasa un ratito, vuelvo a
escuchar: “Rubia, ¿qué haces?”… el mismo “señor” que se iba… Se detuvo, se
acercó y me soltó un rollo… Un rollo lleno de casualidades. “su madre se había
muerto en marzo, estaba solo con su padre de 81 años, se había quedado en paro…”
en fin, una retahíla de penas que me aburrió un poco, bastante… No sé, no se me
ocurre contarle a alguien que no conozco, de buenas a primeras, todas mis desgracias
¿no? Al final, me pide el teléfono. Le digo que me dé el suyo. Mientras me lo
da, empieza a lloriquear “tengo muy mala suerte con las mujeres, no me vas a
llamar, lo sé”… se va y pienso: “vaya, he ligado”… Me hizo gracia… Pero no lo
llamé.
Pasaron tres días, lo volví a ver. Se me acercó. “Hola”, le
respondí: “Hola”… “¿Ves, lo sabía, no me ibas a llamar?”… Claro, ante eso no
tuve otra contestación. “No”… Siguió: “Eso significa que no quieres que quedemos”…
Yo que no quería ser demasiado borde, le respondo: “Hombre, tendría que
pensarlo”… Continuó: “Dame tu teléfono, yo te di el mío”… Y ya le tengo que
decir: “Es que no voy dando mi teléfono al primero que me lo pide”… Se va… Y
definitivamente sale de la piscina y ni me dice “adiós”… Se cabrea, vamos…
Los hombres se cabrean por poco, lo fácil que hubiera sido
decir: “te invito a una cocacola en la cafetería”… Que está en la misma piscina,
y no, hala el teléfono… Para que un
pesado te dé la lata, porque este señor tenía pinta de pesado, a ver quién te
aborda por segunda vez cuando ni te llaman… (además que era pesado, feo y
tripón…) si es que para una vez que ligo… lo hago con un feo de narices…
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