Es “una lata” que tu madre haya sido apreciada, querida y
muy conocida en el barrio donde vives (un barrio por lo que estoy viendo
grande, demasiado grande)… Porque después de tres meses largos, hay personas
que aún no se enteraron y me siguen preguntando: “¿Y tu madre cómo anda?”… Y
según me pille, a veces respondo: “En la tumba, poco puede andar…”… Claro, se
quedan doblemente a cuadros (es lógico, por otra parte)…
Hoy, una mujer, la madre de una chica que fue al colegio
conmigo y que conocía a mi madre desde entonces… me preguntó no por mi madre,
sino por mí… y claro, cuando te miran con lástima, pero no una lástima
condescendiente y superficial, sino el modo de mirar al que se le aplica
correctamente la palabra “compadecer”- que es “padecer con”- … Te sientes… Cómo
decirlo… No estoy acostumbrada a sentirme así, y tampoco me gusta, quizá por
eso mismo porque no estoy acostumbrada a caminar sin armadura…
Cambiando de tema, el otro día un amigo me dio un teléfono
de una empresa que hace estudios de opinión y cosas de ésas, donde te pagan por
estar una tarde y opinar sobre cosas… Me he apuntado a tres… Para uno, me he
sacado de la manga un hijo de 14 años (es que si no soy madre no puedo ir y me
pierdo la tarjeta regalo por 95 euros de El Corte Inglés…)… Lo primero que voy
a hacer con la pasta que me den es irme a un Spa… ¡¡Mi reino por un Spa!!... (y
eso que soy republicana… Pero si hay que decir “¡viva el rey!” se dice… Lo que
sea por un jacuzzi, una piscinita, una duchita, un zumito y un masajito)…
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